En tan sólo unos días se casa una amiga, una buena amiga. Y lo hace enamorada y feliz, algo que se da por supuesto, pero que no siempre es así. Recuerdo el día en el que me lo dijo. No me sorprendí. Gonzalo entró en la vida de Carmen, que así se llama ella, dándole un giro de 180º. Y lo mejor es que, desde entonces, nuestra relación se ha intensificado. Quizá nos veamos menos (ella vive fuera de Córdoba y yo tengo a Ricardito, que me deja poco tiempo libre), pero noto que está cerca, y que puedo contar con ella para lo que necesite. Al menos eso es lo que Carmen me ha demostrado en todos nuestros años de amistad. Que siempre estaba ahí, a pesar de las salidas de una y las entradas de la otra, de las otras amistades que ambas tenemos.
Pero no me quiero liar hablando de la amistad… que eso lo podría hacer en otro post. Hoy quiero hablar de Carmen y Gonzalo y me gustaría retomar donde he escrito que la vida de Carmen dio un giro cuando conoció a su chico. Él le dio estabilidad, confianza y ganas de emprender una vida en común.
Ella siempre ha sido una soñadora. Recuerdo que, cuando no superábamos los 15 años, nos contaba que quería casarse en Bali y que sólo podríamos acompañarla ocho amigas. En aquel momento ‘las elegidas’ estábamos emocionadas. Si aquello se cumplía… íbamos a poder disfrutar de una boda exótica y en un paraíso!! Ahora, que han pasado otros 15 años, ella puede presumir de que la lista de sus ocho elegidas sigue prácticamente intacta. Me atrevería a decir que apenas tiene cambios. Y eso es una suerte. Conservar las amistades con el paso de los años y con las vicisitudes de la vida no es nada fácil.
Y bueno Carmen, no es Bali, pero Córdoba es mejor, no? Una iglesia preciosa –yo también me casé allí-, un entorno inigualable, tus amigos –más de 8, seguro-, tu familia y, por supuesto, tu Gonzalo. No se puede pedir más…
Estoy segura de que vamos a pasar un día genial. Va a lucir un sol resplandeciente. Tu vas a estar guapísima. Y lo mejor… que lo mejor llega tras la boda. Y no hablo de la luna de miel, aunque eso no está del todo mal. Hablo de la vida en común, de los intereses compartidos, de las discusiones con final feliz.
Lo que os espera ahora es un viaje emocionante que seguro nos llenará a todos de alegría y emoción. Veros felices es el mejor regalo para todos los que os queremos. Y yo… lo único que espero es poder seguir compartiendo momentos con vosotros, que veáis crecer a nuestro hijo y que nosotros veamos crecer a los vuestros. Que aunque nuestros caminos vayan separados, sepamos guardar momentos para reencontrarnos. Y que siempre tengáis una sonrisa con la que miraros cada mañana.
Carmen y Gonzalo, que seaís muy felices. Os lo merecéis.
Carmen y Gonzalo, que seaís muy felices. Os lo merecéis.
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