Iba a escribir sobre el anuncio que recibimos ayer de la banda terrorista ETA, ese “cese definitivo” de la violencia que tantas dudas me genera... Pero ojeando las ediciones digitales de los periódicos me encuentro con que el juez ha ordenado el ingreso en prisión sin fianza para el padre de Ruth y José, los niños desaparecidos en Córdoba el pasado día 8 de octubre.
Pensaba en escribir sobre este tema cuando todo estuviese, para bien o para mal, solucionado. Pero ya han pasado muchos días y la situación no parece tener un final cercano ni feliz.
Desde que supe la noticia el domingo 9 por la mañana intuí que el padre de los menores podría estar implicado en la desaparición. Cuando un matrimonio se rompe se pueden llegar a hacer muchas locuras, y más, con niños de por medio. Pensé rápidamente en un secuestro. Algo que le permitiría a él estar con sus hijos y hacerle daño a su exmujer. Pero el asunto ha tomado tintes más serios. A los pocos días, la policía apenas deba esperanzas de encontrar a los niños con vida. El alma se me encogió.
¿Cómo puede un padre acabar con la vida de sus pequeños? ¿Qué se le pasa a un hombre por la cabeza para hacer algo semejante? ¿Por qué? Son muchas preguntas que no tienen respuesta y que mantienen a Córdoba (y España) entera en vilo. Quizá lo peor es que puede que nunca tengan respuesta.
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