martes, 11 de octubre de 2011

Pero si yo ya dejé de fumar...


Indignada estoy… Y unos me entenderéis y otros no. Me explico. He tenido un fin de semana movidito. El viernes, fiesta de cumpleaños (lo pasamos muy bien, por cierto) y el sábado, boda (también de lujo). Demasiado para el cuerpo, por lo menos para el mío. Maquillaje, peluquería, vestidos ideales y tacones… Y a pesar de que los que se llevan últimamente parecen andamios en vez de finos zapatos femeninos (por la altura de sus plataformas) no han sido ellos lo que más me ha molestado en estos días de fiesta. Será de difícil adivinar lo peor de estos días porque realmente está PROHIBIDO, pero parece dar igual. ¿Sabéis a lo que me refiero? … … … Al tabaco.

Me confieso ex-fumadora, aunque de la liga antitabaco. Soy una Mercedes Milá de la vida, sólo que a pequeña escala, que le pone cara de asco a todo cigarrillo que se me acerca. Desde hace ya casi 6 años me fumé el último. No tenía muchas esperanzas en que no fuera a caer de nuevo, pero me lancé y en la noche de año nuevo del 2006, coincidiendo con la ley antitabaco, decidí que aquel iba a ser el refinitivo (como dirían algunos de la familia). Y así ha sido.

Al principio pasas por fases duras, en las que vas aspirando el aire que desprenden los fumadores como si fuera tu única vía oxigenada… luego, te reafirmas en tu decisión, aunque cualquier día sería bueno para romper tu promesa. Más tarde, el tabaco me empezó a dar igual. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, NO PUEDO SOPORTARLO!!

Me molesta tanto que hasta se me irrita la garganta cuando alguien se fuma un cigarrillo a mi lado. Así que… imaginaos lo que he pasado este fin de semana porque… aunque esté prohibido fumar, a partir de cierta hora todos hacemos la vista gorda. Y no culpo a nadie, que conste. Me parece genial, que en una reunión de amigos se permita fumar. El problema soy yo, que no lo soporto. La consecuencia: todo el domingo medio ronca y con la sensación de haberme fumado un cartón el día anterior.

Además el pelo y la ropa huelen a… No te das cuenta de esto hasta que el tabaco no desaparece de tu vida cotidiana. Pero ya ha pasado y ahora trato de sacarle el lado positivo a todo esto: hoy estoy mucho más contenta que ayer por haber dejado de fumar. Maldito vicio…

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